Opinión 20 junio 2025

Inevitable dependencia mutua entre China y Estados Unidos

Los días pasan y cada vez están más cerca las fechas límite para alcanzar acuerdos en las negociaciones de EE.UU. con los distintos países. El 9 de julio vence el plazo de la exención de los aranceles anunciados el “Día de la Liberación” para la UE y Japón, y el 10 de agosto vence la excepción de los elevados aranceles anunciados en su día para China.

A pesar de las bravuconadas de Trump, llegando a imponer a China aranceles de hasta el 145%, la realidad se acaba imponiendo. Hoy en día, la interdependencia comercial entre China y EE.UU. es insalvable.

EE.UU. necesita importar tierras raras de China para la fabricación de imanes que son utilizados en la electrónica, en los motores de vehículos eléctricos, en turbinas eólicas y en aplicaciones de defensa. Por su parte, China depende de EE.UU. en productos petroquímicos esenciales en muchas industrias y en chips avanzados fundamentales para los sectores tecnológicos más avanzados.

China depende de EE.UU. tanto para la obtención de chips de 5 nm (nanómetros) o más avanzados, como para obtener la maquinaria y el software necesario para producir chips de última generación. Ante la prohibición de exportación a China de los chips más avanzados, el gigante asiático está realizando una inversión masiva en la industria local para intentar lograr la autosuficiencia en toda la cadena de valor de los chips. Aunque ha logrado avances, todavía sus chips no pueden competir con los de Estados Unidos, Taiwán o Corea del Sur.

La industria china importa enormes cantidades de productos petroquímicos de Estados Unidos, como propano y etano. El etano es una materia prima esencial para la producción de plásticos. Estos plásticos, a su vez, son utilizados en la fabricación de ropa, a través de las fibras textiles sintéticas, y en la electrónica en la fabricación de carcasas, componentes estructurales, aislantes eléctricos, circuitos impresos y microcomponentes. 

China es el destino de casi el 50% de las exportaciones estadounidenses de etano y de propano. La sustitución de EE.UU. como exportador de estos productos petroquímicos es difícil y cara por las características de este mercado y por la existencia de contratos a muy largo plazo.



Por su parte, Estados Unidos y la Unión Europea son altamente dependientes de China para acceder a determinados metales conocidos como tierras raras. China produce el 70% de las tierras raras a nivel global, pero su cuota de mercado en el procesado de estas es del 90%. Las tierras raras son relativamente abundantes a nivel global, pero no existe una cadena de procesamiento local fuera de China. Mientras los países occidentales han estado cerrando minas desde hace décadas, entre otros temas por motivos medioambientales, China lleva desde los años 80 del siglo pasado apostando por el desarrollo de la industria de tierras raras, subvencionando tanto su extracción como su procesamiento y creando una cadena de suministro completa y muy competitiva.

China está utilizando su posición hegemónica en las tierras raras como arma negociadora, tanto con EE.UU. como con la UE. Las tierras raras son insustituibles en la producción de muchos artículos, como imanes de alta potencia empleados en motores de vehículos eléctricos, turbinas eléctricas, discos duros, robots o drones.

En otros productos como las pantallas LED, los televisores, los smartphones o las lentes de cámaras y sensores es muy difícil su sustitución, pero de realizarse, su rendimiento óptico y la eficiencia energética disminuiría sensiblemente.

En el campo militar, las tierras raras se utilizan en la fabricación del guiado de misiles, radares, sistemas láser y blindajes. Hoy en día no se conoce ningún sustituto con las mismas características.

Aunque Trump haya anunciado la utilización de sus poderes de emergencia bajo la “Ley de Producción de Defensa” para impulsar la producción y el procesado de las tierras raras, la dependencia de los suministros chinos en el corto y medio plazo es inevitable.

De momento, China y EE.UU. han llegado a un principio de acuerdo por el que EE.UU. impone aranceles del 55% (10% base + 20% fentanilo + 25% aranceles preexistentes) a los productos chinos, y China impone un 10% a los productos estadounidenses. China reanuda el suministro de tierras raras y de imanes a EE.UU. durante seis meses, y EE.UU., por su parte, permite la entrada de estudiantes chinos a sus universidades, pero seguirá sin exportar chips avanzados a China.

Décadas de globalización y de internacionalización de las cadenas de suministro no se pueden deshacer de la noche a la mañana. La interdependencia seguirá existiendo durante años, pero el mundo difícilmente volverá a la situación de hace apenas cinco años.

 

 Artículo escrito por Jesús Sánchez-Quiñones, Consejero-Director General de Renta 4 Banco, en El Economista.



Jesús Sánchez-Quiñones González
Tel: 91 398 48 05 Email: clientes@renta4.es

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