Opinión 25 julio 2025

En Japón empieza el día y las turbulencias

El pasado verano, la bolsa japonesa llegó a caer un 20% en tres días, trasladándose las turbulencias al resto de los mercados globales. El S&P500 descendió un 6% y los tipos de interés de los bonos estadounidenses a 10 años pasaron del 4,2% al 4,5%. Aunque fue solo una tormenta veraniega, y al final de agosto se habían recuperado los niveles anteriores a la caída, fue un aviso del efecto que puede tener lo que pase en Japón en el resto de los mercados mundiales.

El movimiento del año pasado fue provocado por una subida no esperada de los tipos de interés por parte del Banco de Japón (BoJ), que a su vez produjo una apreciación del yen. Esta revalorización del yen provocó que se deshicieran posiciones financiadas en yenes en los mercados financieros.

Durante años, numerosos inversores internacionales se han financiado en yenes a muy bajos tipos de interés para invertir en otros activos denominados en otras divisas con mayor rentabilidad. Esta práctica es conocida como “carry trade en yenes”. Se pide prestado en una divisa (yen) con muy bajo tipo de interés y se invierte en otros mercados que ofrecen mayor tipo de interés. Si se produce un movimiento brusco de apreciación del yen, se provoca que se deshagan posiciones financiadas, causando bruscas caídas en los mercados.

Lo que ocurra con los tipos de interés en Japón, tanto los de corto plazo como los de largo plazo y, cómo evolucione el tipo de cambio del yen, debe ser seguido con gran atención por su repercusión en los mercados globales.

Tras el estallido de la burbuja inmobiliaria japonesa de finales de los años 80 del siglo pasado, Japón entró en deflación. El BoJ bajó drásticamente los tipos de interés, situándolos en CERO en 1999. Desde entonces el BoJ ha practicado una política monetaria ultraexpansiva.

El BoJ no solo fue el primer banco en situar los tipos de interés en negativo en 2016 y el primero en comprar masivamente bonos soberanos para que el tipo de los bonos a diez años no superara el 0%. Actualmente, como resultado de ello, el BoJ mantiene en su balance más de la mitad de toda la deuda pública japonesa.

Ahora las cosas han cambiado. Después de tres décadas de inflación casi nula o incluso de deflación, desde 2022 el IPC se ha disparado y actualmente se sitúa en el 3,3%. Además, la inflación sube por razones no deseadas. Cuando el BoJ luchaba contra la deflación, pretendía que la inflación surgiera por un fortalecimiento de la demanda. La realidad es que la inflación se ha incrementado por la debilidad del yen y por el mayor coste de los productos importados, las materias primas, los alimentos y la energía; todos ellos efectos no deseados.

Con el aumento de la inflación, la presión para que el BoJ aumente los tipos de interés se incrementa. Adicionalmente, la colocación de bonos a largo plazo del Tesoro japonés no está teniendo demanda y se encuentra en el mayor nivel de tipos de interés desde su lanzamiento en 1999. La última subasta de bonos a 30 años tuvo la menor demanda desde 2012 y el tipo de interés de los bonos a dicho plazo ya está en el 3,6%.

Cuanto más suban los tipos de interés en Japón, menos atractivo será mantener las posiciones financiadas en yenes (carry trade) y más se revalorizará el yen. Adicionalmente, los propios inversores japoneses, entre ellos los fondos de pensiones y las compañías de seguros, tendrán menos alicientes de mantener sus inversiones en el extranjero, redirigiendo las mismas hacia el mercado de bonos japoneses.

Tampoco hay que olvidar que los bancos y las compañías de seguros japonesas mantienen en sus balances cantidades ingentes de bonos comprados a tipos ínfimos. Las subidas de tipos de dichos bonos pueden acarrearles elevadas pérdidas. La situación es, en cierto modo, similar a la sufrida por la banca regional de Estados Unidos en 2023, cuando se produjo la quiebra de al menos tres bancos (Silicon Valley Bank, Signature Bank, First Republic Bank) por la subida de los tipos de interés de los bonos del Tesoro norteamericano.

En 2024, el quinto banco japonés por activos, el NORINCHUKIN BANK (NORI) sufrió fuertes pérdidas en su cartera de bonos soberanos europeos y estadounidenses, obligándole a deshacer posiciones. Ahora esto mismo podría suceder, pero con las posiciones en bonos japoneses.

Japón es el primer inversor a nivel global. Su tenencia de bonos, acciones y fondos en el extranjero asciende a 4,7 billones de dólares (dato a cierre 2024). Los movimientos que hagan los inversores japoneses afectarán a todos los mercados.

Habrá que estar atentos al país del Sol Naciente por las turbulencias que puedan provenir de allí.

Artículo escrito por Jesús Sánchez-Quiñones, Consejero-Director General de Renta 4 Banco, en El Economista.





Jesús Sánchez-Quiñones González
Tel: 91 398 48 05 Email: clientes@renta4.es

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