Las expectativas estaban muy altas al empezar la última semana de julio, una semana especialmente intensa tanto en resultados empresariales como en datos macroeconómicos y eventos geopolíticos, y hay que decir que, una vez más, la realidad ha superado con mucho esas expectativas. La semana empezó con el acuerdo comercial entre Estados Unidos y Europa, y en los días sucesivos hemos tenido la reunión de la Reserva Federal, el PIB americano y europeo del segundo trimestre, el deflactor de gastos personales de junio en Estados Unidos, los resultados de cuatro de las llamadas “siete magníficas” y, para terminar, el informe de empleo americano del viernes, junto a la revisión a la baja de los meses anteriores.
En lo que a las bolsas se refiere, es casi inevitable quedarse con la última sensación, que en este caso es la de la fuerte caída de las bolsas en la sesión de cierre semanal del viernes, pero la enorme cantidad de información relevante que los inversores han tenido que ir digiriendo esta semana requiere un análisis algo más profundo, y en este sentido no hay que olvidar que el día anterior, el jueves, tanto el S&P como el Nasdaq alcanzaban nada más iniciarse la sesión sus máximos históricos de todos los tiempos, poniendo así un broche de oro a un mes de julio en el que el S&P ha subido un 2,2%, el Nasdaq un 2,4%, el MSCI Europe un 1,5% y el Nikkei un 1,4%.
En la semana hemos visto dos momentos “alcistas”, el lunes con la noticia del acuerdo comercial entre Estados Unidos y Europa, y el jueves tras los magníficos resultados publicados por Microsoft y Meta Platforms. Y hemos visto otros dos momentos “bajistas”, el miércoles tras la reunión de la Reserva Federal y el viernes con el mal informe de empleo americano de julio y el también mal deflactor de gastos personales (PCE deflator) en Estados Unidos. Con el trasfondo toda la semana de la fecha límite del 1 de agosto para la entrada en vigor de aranceles si no había acuerdo.
Al final, la semana se ha saldado con caídas del 3,5% para el Eurostoxx, del 3,3% para el Dax, del 2,2% para el Nasdaq (pese a la subida de Microsoft) y del 2,4% para el S&P. El mejor índice en Europa ha sido el Ibex, que ha caído solo un 0,8% en la semana, ayudado por el buen comportamiento del sector bancario, con BBVA a la cabeza, subiendo más del 10% en la semana. Y en Estados Unidos, el peor índice ha sido el Russell 2000, que ha perdido un 4,1% en la semana , y cae el 2,8% en el año, frustrando las expectativas de que las políticas de Trump favoreciesen de forma importante a las empresas de menor capitalización.
Pero, más allá de esos vaivenes, lo relevante, a nivel macroeconómico, es que los datos van dibujando un escenario de menor crecimiento en el que, sin embargo, la inflación se resiste a bajar. Es verdad que el crecimiento del PIB norteamericano del segundo trimestre ha sido bueno, el 3% anualizado, pero todo indica que en ese dato ha sido clave el desplome de las importaciones por la sencilla razón de que las importaciones se habían anticipado al primer trimestre para evitar los aranceles. El crecimiento sin ese factor habría sido muy inferior. En la zona euro el crecimiento del PIB en el segundo trimestre se ha limitado a un simbólico 0,1% arrastrado por la caída del PIB en Alemania e Italia. A ello hay que unir el pobre dato de creación de empleo en julio en Estados Unidos (73 mil nuevos empleos) unido a la revisión a la baja de las cifras de los meses anteriores.
Tal vez tenga razón el economista Nouriel Roubini cuando afirma que las políticas de Trump, y en particular los aranceles, unidos al dólar débil y a las restricciones a la inmigración, conducen a la economía norteamericana a una estanflación “suave”, con crecimiento muy bajo e inflación elevada, en concreto, según Roubini, subiendo hacia niveles del 3,5%. Roubini no habla de recesión, sino de una incómoda combinación de crecimiento débil e inflación alta. Su opinión parece ser muy coincidente, al menos en lo que a la inflación se refiere, con las reflexiones que hacía el pasado miércoles el presidente de la Fed, Jerome Powell, tras la reunión de la Fed en la que se decidió no bajar los tipos de interés. La pregunta sería cómo van a reflejar las bolsas ese escenario, en el caso de que se produzca. Y la respuesta es que, en principio, dicho escenario no se corresponde mucho con las expectativas tan optimistas de las bolsas a fin de julio.
En definitiva, los aranceles al 15% son tres o cuatro veces más altos que los de las últimas décadas y, aunque Trump esté ganando por goleada sus negociaciones, crea mucha inestabilidad por el camino, con sus sucesivos cambios de criterio, y genera un entorno estructural de incertidumbre que las bolsas deberían reflejar en algún momento.
Eso nos lleva a las “siete magnificas”, la supergrandes tecnológicas, que han sido una vez más las auténticas protagonistas empresariales de las bolsas esta última semana. La sensación es que esas megacompañías siguen siendo claves para la continuidad del mercado alcista, y que el sueño de que las bolsas europeas o los valores de menor capitalización pudieran sustituirlas en el liderazgo bursátil era solo eso, un sueño. Por dar un solo dato, a fin de julio la ventaja que en el primer trimestre habían obtenido las bolsas europeas o las compañías más tradicionales sobre las megatecnológicas, se había evaporado por completo. Con datos a 31 de julio, el Nasdaq 100 subía un 10,5% en el año mientras que el Eurostoxx subía un 8,7% y el Russell 2000 bajaba un 0,8%. La presunta “rotación” de la que se hablaba en febrero y marzo no se ha producido.
Es decir, las tecnológicas han vuelto a coger el timón del mercado alcista. La pregunta es si tienen fortaleza para continuar tirando del carro. Y ahí también nos deja lecturas interesantes esta última semana. Entre las grandes “tech stocks”, Nvidia es la que mejor aguanta. A cierre del viernes acumula una subida del 29,3% desde enero y ha subido un 0,13% en la semana, contra corriente. La segunda mejor es Microsoft, que se ha convertido en la segunda empresa cotizada en superar los 4 trillones (americanos) de capitalización, tras Nvidia. Microsoft ha ganado un 2% en la semana y en el año sube un 24,3%. Tampoco está mal Meta Platforms que ha ganado en la semana un 5,2% tras presentar muy buenos resultados, y acumula un 28,1% en el año. Las peores serían Apple, Amazon y Alphabet. Apple publicó resultados mejores de los previstos el jueves “after hours”, pero cayó un 2,5% en la sesión del viernes y un 5,4% en la semana, y en el año pierde un 19,2%. Amazon también publicó resultados mejores de los esperados el jueves “after hours”, pero dio una mala previsión (forecast) a futuro y la cotización cayó un 8,3% en la sesión del viernes, un 7,2% en la semana y en el año cae un 2,1%. Alphabet, que presentó resultados la semana anterior, ha caído un 2,1% en la semana y pierde un 0,09% desde el uno de enero. Por su lado Tesla pierde un 25% en el año.
En definitiva, las supergrandes tecnológicas dan algunas muestras de cansancio, de fatiga, incluso las que, como Microsoft o Meta, van mejor, y ese sería otro motivo para pensar en una cierta corrección bursátil en las próximas semanas, una corrección que parece estar anticipándose en las fuertes caídas del vienes uno de agosto. Pero por ahora, los resultados empresariales, que son al final la materia prima de las bolsas, acompañan al mercado alcista. De las 331 compañías del S&P 500 que han publicado sus cifras hasta ahora, más del 82% han dado sorpresas positivas y los beneficios han crecido por ahora un 10,2% más que el doble del 4,9% que proyectaba el consenso de analistas recogido por FactSet.
Agosto ha empezado mal, haciendo honor a su pésima fama bursátil, pero no somos catastrofistas. Pensamos que hay más elementos positivos que negativos en la economía global y que los problemas de fondo, deuda pública y desequilibrio en el crecimiento y en el comercio global, son manejables. Sin embargo, tampoco hay motivos para la euforia con la que las bolsas han terminado julio. Más bien hay que pensar que las bolsas irán reflejando ese escenario de estanflación “suave” que parecen dibujar los últimos datos, y entrando en una fase más lateral, que se iniciaría de momento con una corrección.
Los analistas técnicos apuntan a que el S&P, al haber roto a la baja el nivel de los 6.280 puntos, podría deslizarse hasta encontrar soporte en los 6.000 del S&P. Pero tal vez antes de iniciar esa corrección podría haber un intento de rebote hasta los niveles de 6.400.
Juan Carlos Ureta Domingo
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